jueves, 10 de septiembre de 2015

Una vida y media

UNA VIDA Y MEDIA


Una y otra vez no paraba de girarme para comprobar de nuevo cuanto tiempo había pasado desde que había entrado en la sala, la lentitud con la que avanzaban las finas agujas de ese enorme y lustroso reloj, se estaba convirtiendo en la semilla de mi impaciencia. Algo iba mal, lo veía venir, sabía que no debía ser pesimista, había aprendido durante todo este tiempo que no debía ser catastrofista y los pensamientos negativos tenían que permanecer fuera de mi mente, positivismo. Me había comprometido a hacerlo, por Kyle, pero lo cierto era que no podía evitar estar en constante estado de preocupación desde que se lo llevaron de casa.
Fue todo tan duro. No había estado separado de él durante 15 años, y de repente lo apartaron totalmente de mí. Al principio había sentido rabia, frustración, ira, incluso hacia él. Dicen que es una reacción normal, que es una situación complicada, pero yo aún me siento culpable por la manera en la que lo traté, me duele a mí, tanto como sé que le dolió a él. Tras unos días en shock, empecé a comprender y aceptar la situación, apoyaría a Kyle, de la misma manera que nos habíamos apoyado el uno al otro siempre. No pude, no me fue posible estar todo lo que yo quería a su lado; sentimentalmente habría sido duro, sí, pero habría podido, somos fuertes, el caso fue, que ni siquiera me dejaron intentarlo. Ellos creyeron que sería más conveniente empezar a hacer vidas separadas, por lo que pudiera pasar. Para mi eso fue una condena. Todo en casa me recordaba a él, cada persona con la que me cruzaba me preguntaba por él, sobre todo a partir de que la noticia se expandiera hasta llegar a oídos de toda la ciudad. Con el tiempo aprendí a dejar de contestar con dolor, el dolor solo causa más dolor. Optimismo, esa era la clave, si yo me mostraba fuerte, sin dramatismos y con positivo, todo adquiría algo de luz, la situación parecería ir mejor. Y así lo hice; fue difícil, pero mereció la pena. Merecía la pena dejar de ver miradas piadosas, merecía la pena dejar de sentir esas palmaditas en la espalda, merecía la pena dejar de escuchar esas palabras de consolación que carecían de sentido para mí, merecía la pena cambiar todas las expresiones de tristeza por una sonrisa de superación, merecía la pena que siguiésemos adelante, preparados para lo que pudiera pasar. ¿Que qué era lo que me daba las fuerzas para mantener esa actitud? Verle todos los días. Daba igual lo que tuviera que hacer, el día, la hora, o los obstáculos que se cruzasen en mi camino, todos los días allí estaba yo, deseando que el ascensor que llevaba a la quinta planta quedara libre; pero mis ansias por pasar un rato con él eran tan inmensas que decidí dejar mi característica vaguería en la puerta para subir por las escaleras. Me daba igual, lo único que quería era aprovechar el tiempo, su tiempo. Estando con él las horas pasaban fugaces y siempre acababa llegando tarde a casa. Montones de risas, anécdotas diarias y cualquier cosa usábamos de pretexto para pasarlo bien el rato que podía verle, y no puedo negar que alguna de las nuestras liamos. Me daba tanta alegría verle, le echaba tanto de menos; el nuestro era un vínculo muy especial.

Con el tiempo empezó la inevitable terapia, y todo se volvió más doloroso aún. Kyle ya no tenía la misma cara de ángel, según decía mamá, estaba… apagado… Era lo común, demasiado bien le estaba sentando según los médicos. Mamá estaba destrozada…
A Kyle no le sentaban del todo mal los gorros de lana, pero pasado un tiempo se resignó a llevarlos. Las sonrisas empezaron a apagarse de nuevo, las energías de Kyle iban decayendo, pero yo no pensaba renunciar al optimismo, había hecho de él mi modo de vida estos últimos dos años y sabía que podía usarlo de apoyo y todavía podía reavivar la llama que en los cristalinos ojos de Kyle se estaba debilitando.

La última vez que fui a visitar a Kyle fue hace dos días, estuve atareado preparando la selectividad y aunque me sentó mal, tuve que concentrarme unos días solo en ello, pero hoy quería pasar el día con él. Esta vez mamá me acompañó, quiso pasar ella primero, no la hice contarme el motivo, tan solo la esperé. Pero la espera ya se estaba haciendo insufrible.
Mis ojos celestes recorrían de un lado a otro la estancia: el reloj que ralentizaba el tiempo, los contoneos de las enfermeras, el constante tecleado de un ordenador poco discreto, el llanto enfermizo de un bebé… Todo ello me llevó a un espiral de desesperación. Hasta que la vi.
Ella se acercaba lentamente por el pasillo, cabizbaja, minutos antes me había parecido verla discutir con uno de los doctores de Kyle. Detuvo sus pasos en mitad del pasillo, algo pasaba por su cabeza, incluso a aquella distancia fui capaz de darme cuenta de la lucha interna que se estaba batiendo en la profundidad de su corazón en ese momento. Alzó la vista y clavó sus profundos ojos en los míos, mantuvo esa mirada unos instantes, hasta que no pudo soportarlo más, se derrumbó y vi como se alejaba ocultando su cara tras sus temblorosas manos. Una fría lágrima resbaló hasta mis labios. Ella no podría volver a mirarme a los ojos, no, ella no podría volver a mirarme. Yo ya tan solo sería el retrato andante de su hijo muerto por cáncer. Kyle… mi compañero de vida, de planes futuros, de recuerdos únicos desde aquel día en que dos gemelos traviesos llegaron al mundo con sus gritos atronadores causantes del insomnio de toda la planta del hospital.
Yo no había perdido a un hermano, había perdido la mitad de mi mismo.
Me había preparado para esto, sabía que podría pasar… pero no pude reaccionar, de ninguna forma, era mas duro de lo que pude imaginar. En el fondo siempre había pensado que todo volvería a ser como antes, pero me equivoqué. Algo bloqueando mi pecho cortaba mi respiración, había desvanecido mis esperanzas, había destrozado mi sonrisa, mi positivismo de hormigón.

[Marzo 2014 - Concurso literario]




jueves, 9 de julio de 2015

Diamante Marchito


  DIAMANTE MARCHITO



Una bruma incesante
perturba mi alabanza,
devastadora incertidumbre
como tremenda ola me alcanza.

Fijo mis receptores de murano
en un mar de espuma,
una poderosa espesura
inunda esos cristales en vano,
convirtiendo en amargura
un recuerdo pagano
cuyo único y fatídico objetivo
era el de no ser olvidado.

Esos luceritos
que desprendían tanta belleza,
acabarían siendo cohibidos
por aquellos mensajes de tal dureza.

Un momento de alivio,
un momento de frescura,
hermoso retrato
de una realidad en desmesura.
Mejor aún de lo imaginado,
alcanzando el deseo
de un paraíso incierto,
esperas ansioso
haber hallado el secreto de la perfección
en un momento milagroso,
de riqueza absoluta,
sin matiz avaricioso.

Entonces empieza,
ese vacío en las profundidades,
la sensación de que falta alguna pieza,
pérdida entre tus especialidades.
Todo lo conseguido
pierde su fortaleza de diamante,
se vuelve fruto marchito
y se desprende del talante.

 Cualquier destello fugaz
que habitaba mi propia ladera,
ahora no es más
que una despreciable chimenea;
de la que brotan,
una tras otra,
las vergüenzas de mi tierra,
aumentando sin demora
las malas hierbas de mi cosecha.

Una tremenda desesperación
invade mi débil ser.
Cobarde corazón
al que le han quitado la sed
de hacerse con la razón
y demostrar su valor.
Una voz destrozó su fragante escudo,
provocó una grieta visceral
que dio paso al fuego oscuro;
en mi sueño carnal,
en mi mundo,
un hermoso lugar
que una vez fue lo que no pudo.

“Te quiero”
Un susurro que acaricia mi piel,
un beso turgente de miel;
vuelve y tortura
con eso que podría
pero que ya no cura.

“Lo siento”
Un aliento certero
que hace brotar mi calor,
evitando borrar el recuerdo.

Un sentimiento de presa,
impotente y atrapado,
por esa última mueca
cuyo poder no es escaso.



[Marzo 2015 - Concurso literario]





ALMAS GEMELAS & la igualdad entre desiguales iguales

Yo nunca he creído en las almas gemelas. Un alma gemela, una persona igual a ti, predestinada a encontrarse contigo y así, juntos, gracias a esa gran compenetración, crear un vínculo muy fuerte; un vínculo tan fuerte que llega a ser un vínculo de almas, para de esta forma completarse el uno al otro.

Esta idea resulta bastante contradictoria, ya que precisamente una persona que sea idéntica a ti, no será la persona con la que mejor encajes, sino todo lo contrario. Cuando dos personas tienen las mismas manías y la misma proporción de características definidoras de su personalidad, es mucho más fácil (por no decir seguro) que las disputas sean mucho mayores; ya que ambas personas, estas dos “almas gemelas”, tendrán las mismas ambiciones, defectos y virtudes. Con la unión de dos almas idénticas no creo que lo que se fuera a formar precisamente fuera un vínculo perfecto, en vez de esto, una cada vez más intensa nube de competencia e incomodidad se iría cerniendo sobre ellas y su único fruto sería una ruptura más señalada de un alma partida en dos.
Precisamente las personas que pueden llegar a crear un vínculo realmente especial, son aquellas almas opuestas, las cuales teniendo sus diferencias, consiguen sacar el máximo provecho a su encuentro aprendiendo la una de la otra, lo que carecen y lo que rebosan. Además, con una unión así, el resultado es mucho mayor y agradable para estas almas que se ven enriquecidas por la sabiduría y la compañía de otra persona con sus diferencias; siendo así la tolerancia el medio de unión más fuerte entre dos extremos, y el aprecio la raíz común que mantendrá dos almas antónimas juntas. Sin ser gemelas, dos almas complementarias, dos almas que muestran al mundo el mayor logro humano aún en busca y captura: La igualdad entre desiguales iguales.
Todos somos humanos, todos somos iguales, pero en concreto todos somos diferentes. En esa desigualdad dentro de la igualdad, algunos encuentran su equivalencia por medio de la diferencia con un complementario que les abre los ojos.
Suena complicado y contradictorio ¿Verdad? Así son las relaciones.

En realidad, a mi personalmente nunca me ha gustado hablar de nosotros como “almas”, esa inducción por lo místico que tenemos las personas siempre me ha parecido poco científica y acertada, más aún por el hecho de que veía el alma como una figura religiosa más, y no soy muy dada a rezos precisamente. Sin embargo, he llegado a la conclusión de que esta teoría no está tan equivocada y no tiene por qué basarse precisamente en lo eclesiástico.
Ahora creo que el tema de las almas una cuestión más bien de energías. Todos estamos formados a partir de energía y volvemos a transformarnos en ella una vez que hemos dado todo lo posible de nosotros mismos, así esta energía vuelve a la tierra, de la que formamos parte. Luego, lo que esto quiere decir, es que puede que todos estemos conectados, por que al fin y al cabo esa energía conjunta, es la que conforma nuestro mundo, llamándola almas, o como sea que las queramos llamar.

Como ya he dicho, nunca he sido muy dada a las almas, y mucho menos las almas gemelas. Ese rollo de “la media naranja” y cosas así nunca han tenido verdadero sentido para mi. Yo creo que una persona debe ser su propio complementario. Para ser feliz uno no necesita más que estar a gusto consigo mismo y lo que le rodea, no depender de nadie para alcanzar la felicidad. Cada uno es su propio medio para ser feliz.
Pero debo reconocer que cuando encuentras a una persona con la que de verdad te sientes a gusto, con la que no tienes que plantearte el cómo comportante, y las apariencias dejan de tener importancia, tu verdadera forma de ser sale a la luz y empiezas a tener esa sensación tan maravillosa de sentirte querido tal y como eres, empiezas a reflexionar sobre las palabras “alma gemela”. Es una gran suerte cruzarte en la vida con una persona con la que disfrutes cada rato que pasáis juntos, incluso sin hacer gran cosa; pero es aún más perfecto, cuando te das cuenta de que ese vínculo del que ya he hablado, se ha creado de la forma mas sencilla y natural entre vosotros. Admirar a una persona, por su forma de ser, ser capaz de ver con admiración su gran belleza interior que tanto capta tu atención, y precisamente por todo ello empezar a ver la vida de otra forma, con sus ojos, con sus palabras, con todo lo que esa persona a la que quieres y aprecias está aportando a tu vida. Una compenetración que va aumentando momento a momento causándote incluso asombro y que te hace sentir realmente a gusto, un sentimiento de comodidad pero a la vez emoción. Y ese vínculo se consolida aún más cuando esa persona, siente y agradece esa unión tanto o incluso más que tu. Quién sabe, tal vez tan solo es una relación humana más, entre todas ellas, pero sentir algo tan especial te puede hacer dudar de si tal vez, todo aquello de “unión entre almas” contiene algún ápice de certeza en lo mas profundo de su significado. Puede que indagar no solucione mis dudas, pero ello no me hará cambiar de parecer respecto a mi valoración a esta gran persona ni mis sentimientos hacia ella. Tan solo dos personas más en el mundo, que aprovechan su tiempo y disfrutan de poder aprovecharlo juntas.


Paralelamente, lo cierto es que mi mente cada vez está más abierta a nuevas teorías y posibilidades, y no puedo negar esta de las almas (en general), cuando realmente no sé si podría ser la correcta, ¡quién sabe! La verdad es que hermosa es, pero estoy segura de que muchas personas deciden creer en ello tan solo por el miedo a que la más decepcionante de todas las teorías sobre lo que hay más allá de la vida sea cierta: la teoría de la muerte, simple, sin más, sin nada después de ella, el final. Muchos se niegan a creer que esa sea la respuesta a sus preguntas sobre la vida, y tienen fe en que haya algo más. Sea como quiera que sea, lo que yo tengo totalmente claro es que lo más importante es aprovechar esta vida que nos alimenta y nosotros alimentamos cada día, llena de energías, almas, o a saber qué; pero sobre todo llena de sonrisas, momentos, alegrías, experiencias, y personas con quien compartirlas.


[Junio 2014]


La vida y la muerte

La vida y la muerte, dos realidades tan opuestas pero cercanas al mismo tiempo… Nunca sabes cuando va ha llegar el día en el que ese importante paso de un mundo a otro se realiza, en el que todas tus experiencias vividas y las que no te ha dado tiempo a vivir se unen para crear el fin de tu historia y acabar en un profundo y eterno sueño. Puede ser más o menos doloroso, pero la crueldad y el sufrimiento que conlleva la muerte nunca va a dejar de repercutir en todos los corazones que, de algún modo, han sido parte en la vida de esa persona y su muerte se lleva con él ese pequeño fragmento de nuestro corazón que nosotros intentamos utilizar para que su recuerdo nunca desaparezca y perdure para los restos.

Siempre pensamos que este desvanecimiento de vida nos queda aún muy lejos, y tenemos mucho por vivir; a menudo es cierto, y más cuando esta es la visión de un adolescente como yo. Sin embargo, en esta vida nada es seguro y siempre puede ocurrir una tragedia, por eso es muy importante darle valor a la vida, saber apreciar todo lo que ella te da y todo lo que tienes, dejar de llorar y sufrir por cosas que no valen la pena y no perder el tiempo con enfados, reproches y estando demasiado pendientes de los demás. Es tu vida y tu eres quien debe aprovecharla, porque puede que llegue el día en el que ya sea demasiado tarde; y cuando llegue ese momento no querrás haber desperdiciado tantas horas de tu vida que podrías haber invertido en disfrute, risas, besos y muchas otras formas buenas de aprovecharlo. Siempre se dice “Vive como si no hubiera mañana” a mi concretamente eso me parece muy exagerado, tampoco puedes dejar todo lo racional a un lado y hacer todo  lo que te apetezca sin pensar en tu futuro, porque te espera un futuro y tú eres quien lo escribe poco a poco. Por otro lado, tampoco se puede vivir atemorizado por la idea de la muerte y pretender vivirlo todo lo más pronto posible; todo llega a su debido tiempo y no debes cambiar el buen curso de las cosas.
La vida es más larga para unos que para otros, y es por esto por lo que simplemente debemos aprovechar todas las oportunidades que se nos presenten, con sensatez, claro está, pero también con mucha visión recreativa, porque al final una vida corta pero feliz y satisfactoria es mejor que una larga, aburrida y amargada vida. Todo consiste en el equilibrio, y sobre todo en valorar y apreciar siempre todo lo que tienes; ser optimista. Si vives, vive bien, por lo menos hazlo por quienes no han podido.

Ya basta de tirarse días enteros llorando por un chico/a, porque no te hablan por el whatsapp, porque alguien te ha llamado feo/a, gordo/a, porque no encuentras sentido a tu vida, porque tus padres no te dejan salir hasta la hora que querrías o ir a una fiesta… ¿De verdad hay gente que piensa que ese es el fin del mundo? Pues sí, la hay, y por eso quiero decirles a todos ellos (incluida a mi misma) ¡Despertad de una vez idiotas! La muerte sí es una tragedia, no tener qué comer sí es una tragedia, no tener casa ni familia sí es una tragedia, tener una enfermedad horrible e irreparable sí es una tragedia, vivir una guerra, sufrir violaciones y maltratos, morir de meningitis con solo 14 años… eso es una tragedia; y ocurre, todos los días.
Si lloras, si sufres, que sea por algo importante, por una verdadera tragedia, sino te estarás burlando de todos los millones de personas que de verdad sufren en terribles condiciones, y que darían lo que fuesen por estar en tu situación y no la suya, piénsalo dos veces antes de decir que tu vida es una mierda, porque es muy probable que otra persona que no tiene tanta suerte se merezca más esa vida que tu.

Todos sabemos lo doloroso que es ir notando poco a poco, día tras día, esa ausencia; ese profundo vacío que ahueca tu pecho cuando alguien especial te abandona, y más cuando te toca ser fuerte. Hay muertes muy injustas y otras que ya estaban tardando en llegar. La muerte de un ser querido causa lágrimas y recuerdos, algunos incluso que ya se creían enterrados, puede que te deje hecho polvo. Puede que no tengas ganas de nada y que lo pases muy mal, aunque no sea tu guerra, y estás en tu derecho, pero siempre debes recordar que el dolor cesa, que la vida, no siempre justa, decide por nosotros la mayoría de los acontecimientos y, después del luto, quedan las inolvidables imágenes guardadas en tu mente y corazón, capaces de hacerte derramar una sencilla lágrima que resbale por tu mejilla hasta la comisura de una sutil y melancólica sonrisa; y es entonces cuando empiezas a comprender que la muerte no es más que otro principió que conlleva un final, como todos. Es doloroso pero se acaba afrontando, y así poco a poco tal vez llegues a afrontar ese miedo a la muerte que todos tenemos al principio; y cuando estemos cara a cara con ella, en el corredor final, seamos capaces simplemente de darle la bienvenida dándonos por afortunados después de todo lo vivido.
Las muertes no se olvidan, pero la vida tampoco, y las almas menos.
Todos en nuestros corazones, descansen en paz.


Se lo dedico a mi abuela  que me dejó el primer vacío en mi corazón hace 5 años y a mi recientemente fallecido amigo de la infancia Javier Martín Hidalgo, nadie se merece una muerte tan temprana, tan rápida y tan cruel, y menos tú. DEP

[Julio 2013]





¿Qué es el amor? Parte 3

El amor. El amor no existe, es tan solo una invención. Se tiran toda la vida mandándonos un mensaje de amor perfecto mediante cuentos, películas e historias, que nunca suceden de verdad; sólo nos entusiasmamos y llegamos a creernos que estamos viviendo en uno de esos cuentos de hadas, cuando en realidad  es todo un espejismo, un simple espejismo que nos anima a lanzarnos, ilusionarnos y no poder parar de sonreír de esa manera tan tonta, hasta que nos damos ese gran golpe contra la cruda realidad, justo cuando estamos indefensos e hipnotizados por él, para clavarnos ese afilado puñal en nuestro hondo pecho que nos hace despertar y ver que no es amor, es un disfraz tras el que se oculta el egoísmo, el aprovechamiento, la mentira y el dolor. Nos mentimos a nosotros mismos incitándonos a decir la palabra amor, cuando en realidad la mayoría de la gente ni si quiera sabe amar. El amor el único sentimiento real que acaba provocando es asco, asco por las personas, tras noches y noches de llantos depresivos y días enteros en la cama por ese estúpido “amor”.


Esto es lo que significa el amor para un corazón roto, una chica defraudada por el amor, que ha perdido toda la esperanza en las personas y ya no cree que existan los finales felices.  Es el amor visto desde el desamor, tratado como algo cruel, algo que solo juega con nuestras esperanzas para estallar cuando más frágiles somos, haciendo que nos consuman esas ganas de morirnos por haber creído amor algo que no lo era, o tal vez sí lo fue pero los recientes acontecimientos nos cierran la mente y el corazón. Por suerte este dolor en el pecho y vacío en el corazón que nos hace alejarnos de todo sentimiento feliz no dura eternamente; todo se supera, incluso algo tan impredecible como el amor.



domingo, 3 de mayo de 2015

Feliz Día de la madre

Tupida alfombra
de verde lino
recubre mis hombros,
me arropa si hay frío.

Arbustos, matojos o plantas,
diferentes colores, formas,
nombres y aromas;
conforman el jardín que admiro
y constituyen mi hogar,
aquel que siempre llevo conmigo.

Liquidámbar, Magnolio y Acer;
belleza sin más,
no hay duda ;
tanto en sus flores
como su savia bruta.

Perennes o caducas,
por mucho que duren sus hojas
las flores acabarán marchitas.
Las semillas sin embargo,
viajarán esparcidas
mediante enseñanzas y recuerdos
que germinarán,
sin dejar al mundo ajeno.

Pequeñas pero hermosas,
cada día una hierba nueva me asombra;
colorida u olorosa,
no hay duda,
tu eres mi flor,
mi Rosa.

Grandes e imponentes,
árbol de gran copa;
eres mi apoyo
y cual trepadora te necesité
para encontrar la luz inspiradora.

No faltan las hojas:
compuestas y coriáceas,
sencillas y lobuladas;
captan mi energía
con sus manos variegadas
dando a mi angustia consuelo,
acunando mi perdido corazón
para darle consejo.

Sí, no hay duda,
plantaste este esqueje
que ahora crece gracias a tu ayuda.
Sí, no hay duda,
tu eres mi árbol,
eres mi sombra,
eres mi madre,
una mujer asombrosa.

                                                                              Eres el Jazmín
que endulza mis primaveras,
eres el Madroño
que alimenta mi alma;
eres el fruto
que me empuja hacia mi destino,
eres aquella plántula
aún joven en espíritu.

Eres mi madre,
mi jardín entero.
Por eso no olvides
lo mucho que te quiero.



 3 de mayo de 2015 - Día de la madre

Una bonita ocasión para recordar el amor hacia una madre y tener un pequeño detalle con ella después de todo lo que ella hace por tí.














domingo, 19 de abril de 2015

Recuerdos de Fuego

Recuerdos de fuego

Desperté en aquella habitación, en la fría camilla frente a la ventana, sin saber cómo había llegado hasta allí. Sola, débil y aterrada al darme cuenta de que por mucho que mi cerebro mandara órdenes a mi cuerpo, éste no cedía a responder ante ellas. Era como estar atrapada en una pesadilla realmente convincente. Después de escudriñar con la mirada todo mi alrededor descubrí que no era lo único extraño respecto a mi cuerpo, de repente empecé a notar un insoportable picor recorriendo e irritando toda mi piel, no podía rascarme, pero tampoco habría servido de nada, ya que estaba totalmente cubierta de vendas sobre las cuales oscura sangre había dejado su inconfundible huella. Mi respiración se aceleró más y más, miles de imágenes desfilaban por mi cabeza, no podía gritar, ni huir, el aire se me agotaba, esa horrible sensación: algo forzaba mi piel, exigiéndola extenderse para aumentar su superficie hasta ser tan pesada la presión que era capaz de imaginar cómo explotaría de un momento a otro. Un pitido agudo inundó la sala, mi vista se nubló, tan extremo era ya el dolor que dejé de sentirlo. Una dulce y familiar voz, pidiendo entre llantos la ayuda de un doctor, fue la última señal de realidad que pude percibir antes de caer en un profundo y negro agujero de destellantes recuerdos… Perdí la consciencia.

Recuerdos, ¿qué son realmente? Realidades inexistentes, imágenes que están ahí pero las buscas y desaparecen, ¿quién puede decirte con certeza qué es recuerdo y qué invención? Sólo quien comparte tus mismos recuerdos, esas personas que consiguen ocupar un pedacito de ti, en tu cabeza y en tu corazón.

Recuerdo el día de mi llegada al CIAP, el cambio sería indudablemente evidente en ese “colegio”, pero después de todo por lo que había pasado, era lo mejor que podía hacer, nunca llegué a estar tan entusiasmada por comenzar algo como lo estaba aquel día, sabía que ese era mi destino.
Ya instalada comencé pronto a dar clase y ayudar a mis queridos niños. Julio, me facilitó mucho las cosas, me mostró el funcionamiento de todo el centro, y lo que es más importante, el altísimo nivel de humanismo, empatía, altruismo y bondad posibles en una persona, me devolvió la confianza en los hombres.
Era un trabajo duro y difícil, sobre todo al principio, esos niños necesitaban mucha ayuda, y quién mejor que alguien como yo para proporcionársela. Muchos aún estaban asustados, faltos de confianza, necesitados de cariño, e incluso agresivos; algo completamente razonable. Pero yo sabía que podría sacarles la ternura con la que todos los niños cuentan y la sonrisa que nadie debería haberles quitado.

Cada día mejoraba mi trato con ellos, avanzamos todos juntos, como una gran familia, los niños volvían a serlo y el centro se consolidaba con cada avance. Pero el vínculo que creé con Uli y Nar era realmente especial; dos mellizos unidos por el mismo trauma, pero también la misma inocencia y fortaleza, admirables. Congeniamos desde el primer momento. Sigo sin saber la causa, el destino es caprichoso. ¿Sería una señal? No necesitaba respuesta, nos queríamos y nunca les abandonaría, sería su protectora, lo tenía claro.
El problema es, que la mala suerte siempre busca acceso hacia donde abunda la paz, y lo encontró.
Aquella noche dormía cerca de los niños, rendida ante sus incesantes “¡porfapliss!”. Y a media noche… ¡Fuego! ¡Socorro! Todo eran llamas al abrir los ojos, desorientada se apoderó de mí el pánico, pero sabía lo que debía hacer, los niños me necesitaban, no podía dejarme llevar por el miedo. Di la alarma, busqué cualquier salida posible, aparentemente nulas, las vigas se quemaban y caían, ocultando toda escapatoria. Al fin hallé un resquicio de salida por el que conduje a los niños hasta el exterior; para mí alivio, mis compañeros habían hecho lo mismo. Yo insistí en entrar de nuevo, no permitiría que una sola persona quedase dentro, no pretendía ser una heroína, pero no habíamos llegado tan lejos como para dejar que el recuerdo del fuego marcara montones de corazones y mis compañeros me apoyaron. Rescatamos a más niños. La estructura del edificio no aguantaría mucho más. Seguía pendiente de que nadie quedase atrapado entre las garras del poderoso fuego, todo empezó a derrumbarse y pudieron salir todos a tiempo, pero mi suerte fue otra. El fuego ya estaba sobre mí, la temperatura subía, la cantidad de oxígeno en el aire bajaba, y mi piel se resquebrajaba hasta despegarse de mi cuerpo; lo siguiente en mi memoria, el pesado techo del cuarto piso sobre mí. No llegué a ver si quiera un sólo bombero.

Demasiada luz de golpe, ¿sería el paraíso? Sí, definitivamente lo era, allí estaban mis mellicitos sanos y salvos con sus hermosos rostros intactos, y mi amado Julio cogiéndome la mano. ¿Yo? Solo una costra inútil, incapaz de realizar cualquier movimiento, pero millones de sentimientos invadían mi interior.

¿Derrotada? Para mí eso era una gran victoria, había superado y escapado de una infancia llena de violencia, maltrato y traumas imborrables, con algunas cicatrices, pero sin dejarme vencer; después de todo rehice mi vida con un hombre maravilloso, cooperé el resto de mis días en el prometedor primer Centro Infantil de Ayuda Psicológica, donde fui madre de cientos de niños y serví de gran ayuda, engendré en mi corazón a aquellos mellizos por cuyas mejillas rojizas resbalaban lágrimas y junto con mis ahora grandes amigos y compañeros impedí que el horrible accidente provocará más de una pérdida.

Definitivamente encontré lo que buscaba, lo que todos buscamos y esperamos de la vida por encima de todo, la felicidad.


[Marzo 2013- Concurso literario]


Toda historia merece ser contada

Toda historia merece ser contada.

Dana siempre fue una chica fuerte, inteligente, tenaz e independiente, también divertida, simpática y sociable cuando cogía confianza, aunque a la vez era un poco tímida e insegura. Desde muy joven fue muy madura, pero sobre todo muy buena persona. Siempre intentaba ayudar a los demás, aunque no se lo mereciesen, ella pensaba que todo el mundo era bueno y merecía su ayuda y que no había nadie que hiciese las cosas a mala idea, sino que se equivocaban y no sabían como rectificar. El problema era que con esa mentalidad, la gente, que en realidad no era como ella pensaba, se aprovechaba de ella sin que se diese cuenta. Hasta que un día abrió los ojos, debido a su primera relación seria con un chico que no se la merecía y que cuando ella se pensaba que no les podía ir mejor y que era maravilloso, lo que él estaba haciendo era aprovecharse de la situación y manejarla. La hizo daño, mucho daño. Dana solo era una niña y Lucas la hizo sufrir como nunca hasta ese momento; la hizo sentirse sin importancia alguna en esta vida y llegó a pensar que era el fin de su mundo. Fue entonces cuando empezaron sus primeros  sufrimientos.
Empezó a sentir como el dolor se te puede clavar de una manera tan penetrante que casi no se puede soportar, pero ésto no sería nada comparado con lo que le esperaba… Por suerte Dana se dio cuenta a tiempo de que si esa situación continuaba le arruinaría la vida y acabó con todo aquello.
Esto cambió a Dana, realmente que la cambió, ella nunca le había deseado nada malo a nadie, pero entonces se dio cuenta no solo de aquello sino de muchas otras cosas que había estado aguantando y que no había visto. No iba a permitirlas más. Ahí fue cuando la niña inocente que era, desapareció. Con solo catorce años tuvo que aprender una de las lecciones más importantes de su vida, lo que la hizo madurar rápidamente, pero también sufrir y desconfiar demasiado pronto.

Dana siguió siendo una buena persona, pero endureció y se ganó el respeto que siempre había deseado entre la gente. Ya nadie era capaz de aprovecharse de ella ni de engañarla; como se suele decir, lo que no te mata te hace más fuerte. Se centró en sus estudios y cambió de aires, conoció a gente nueva y estuvo disfrutando durante años su nueva situación con amigos de verdad, relaciones amorosas sanas y enriquecedoras, una buena situación familiar y tantas otras cosas que siempre había querido. Se convirtió en una joven atractiva y con futuro, y sobre todo más segura de sí misma que nunca.

Con dieciocho años Dana tenía muchos planes e ideas: Viajar mucho, ser una estupenda bióloga (para lo que ya apuntaba maneras), ahorrar para un coche, conseguir un trabajo y más tarde irse a vivir a algún sitio boscoso y natural. Lo que más amaba ella en este mundo era la naturaleza.
Dana ya estaba empezando a decidir por donde empezar, pero algo se cruzó en su camino. Un día otoñal de los que tanto le gustaban fue a dar un paseo y de repente alguien dijo su nombre con poca seguridad. Cuando Dana se dio la vuelta se quedó tan perpleja que no supo ni que decir…

-     ¡Dana, eres tú! No me lo puedo creer, estás estupenda.
-     ¿Lu- Lucas? Cuánto tiempo…

Lucas saltó a abrazarla y darla dos besos antes de que ella pudiera reponerse del shock.

-     ¿Qué haces en la ciudad? Me dijeron que te fuiste a vivir con tu padre.
-     Y te lo dijeron bien, pero he vuelto, he conseguido un trabajo aquí, no es gran cosa, pero   algo es algo y esta ciudad me trae muchos recuerdos.
-     Am, pues bienvenido de nuevo, supongo. Cómo es el tiempo, cuatro años ya…
-     Sí, y que lo digas, ¿me dejarías invitarte a un café? Solo un café, o lo que quieras, lo        prometo.
-     Mm… No sé… Es que… Bueno está bien, pero solo uno.

Dana y Lucas estuvieron horas y horas hablando, hacía cuatro años que no se veían, aunque Dana tampoco había querido verle más desde aquella agresiva y dolorosa relación y ruptura que la marcó tanto. Ella aún no había olvidado todo lo que le había hecho y se sentía un poco incomoda con él, la hacía sentir... Vulnerable. Pero ese día todo cambió. Estuvieron hablando de los caminos que habían tomado sus vidas, sus cambios, sus planes, y finalmente Lucas no pudo más y sacó el tema…

-     Dana, quiero que sepas que he cambiado, sé que fui un cabrón por todo lo que te hice, que no te lo merecías y que fui un idiota y no supe valorar lo que tenía. En esa época yo solo pensaba en... No sé en lo que pensaba, era joven e inmaduro y no sé como pude mentirte y hacerte tanto daño, no sabes cuanto me arrepiento.

Se hizo un incómodo silencio y Dana se volvió a sentir como la niña de catorce años con el corazón roto que había sido, y bajó la cabeza…

-     Dime algo por favor, sé que no merezco ni eso, pero te aseguro que lo que pasó me  cambió, como veo que tú has cambiado y quiero volver a empezar de cero, estás preciosa ¿sabes?
-     Lucas, creo que debería irme, ya sabía que esto no iba a ser una buena idea.
-     No, no, perdóname, tienes razón, no sé por qué he sacado el tema. Dana por favor olvida lo que te he dicho si es lo que hace falta, quédate y seguimos hablando del futuro, de la ciudad, de lo que quieras, solo quiero estar contigo.

Dana, que casi se había levantado, al ver la expresión de arrepentimiento y clemencia en el rostro de Lucas y su mano agarrando con suavidad la suya se volvió a sentar y pidió otra copa aparentando olvidar todo aquello y cambiando de tema, pero ¿para qué engañarse? Dana no podía olvidar las palabras de Lucas, sabía que con el historial que tenía no debía creerle, seguro que esa excusa la había usado muchas veces; y aunque era un fracasado y ella no tenía motivos para sentir algo por un mal chico, problemático y raro como él, ese discurso… Consiguió abrir puertas que hacía mucho que permanecían cerradas, y la niña enamoradiza que había quedado enterrada en su interior había empezado a dar señales de vida de nuevo.

No sé como ocurrió exactamente pero esa noche acabaron los dos en el piso que Dana acababa de empezar a alquilar cerca de la universidad a la que tenía pensado ir, después de un par de bares y charlas más. Y los sentimientos que estaba claro que no habían acabado de desaparecer después de cuatro años actuaron de nuevo.

Lucas y Dana se empezaron a ver con más frecuencia, y aunque Dana intentaba reprimir sus sentimientos, que por una parte no entendía ni ella, Lucas siempre acababa encontrando la manera de verla y confundirla. Dana recapacitó, se centró en su futuro y decidió que era hora de empezar la universidad, ponerle fecha a su viaje de estudios y ser sensata y dejar de ver a Lucas, pero antes de que pudiera decidir nada ocurrió algo inesperado que definitivamente le cambiaría todos sus planes: una falta, que tras varias pruebas y una visita al ginecólogo se convirtió en un embarazo.
Cuando Dana se enteró no sabía que hacer, le dio un enorme ataque de pánico que no sabía como detener. Estar embaraza significaba estar sometida a un tipo de vida para siempre. Adiós a sus planes, a sus sueños, a la universidad, a los viajes, a todo lo que había estado esperando tanto tiempo. No sabía que hacer y lo primero que se le ocurrió fue llamar a Lucas. Cuando le dio la noticia, Lucas se puso muy feliz y empezó a hacer planes y pensar como sería su vida juntos, pero Dana, sin embargo, estaba totalmente deprimida y no supo como decirle a Lucas que no quería tener ese hijo. Lucas, al ver agobio en la cara de Dana, paró de celebrar y la empezó a preguntar cómo se encontraba. Ella no pudo más y se derrumbó; empezó a llorar desconsoladamente y a decir que ella no había pedido nada de aquello, que quería que todo volviese a ser como antes y que todavía estaba a tiempo de abortar pero necesitaba dinero. A Lucas le cambió totalmente la expresión al oír esto. Las palabras de Dana le habían atravesado tan dolorosamente que su furia empezó a aumentar cada vez más hasta que estalló a gritos.

-     ¡Ése va a ser mi hijo, ni se te ocurra acercarte a un médico sin mí! ¡Por una vez has hecho algo bien en tu vida, deja de soñar de una vez y de pensar en todas esas tonterías de viajar y triunfar que ya eres suficiente mayor como para andarte con ese tipo de gilipolleces! ¡Dedícate a lo que de verdad tienes que hacer que es cuidar de tu nueva familia, para eso estamos aquí! ¡Ahora tu vida va a ser así quieras o no y te juro que ese niño va a tener una familia con madre o sin ella, así que deja de llorar como una cría y empieza a comportarte como una mujer por una vez! ¿O es que piensas ser una mocosa que no sirve más que para aprovecharse de ella siempre? Se ve que nunca aprendes. ¡Calla y empieza a pensar como una puta madre, que es lo que vas a ser!

Lucas había hecho levantarse a Dana cogiéndola brutalmente del brazo y cada vez ejerciendo más presión y acercándosele más. A Dana le hacía daño y no podía ni hablar con todo lo que estaba pasando.

-     ¿Te ha quedado claro o no? ¡Joder, aprende de una vez a contestar cuando te hablo!

Dana era una chica con tal carácter que nunca se hubiera dejado tratar así, todo lo contrario, la nueva Dana no le hubiera permitido a Lucas levantarle la voz ni un solo segundo y mucho menos decirle todas aquellas cosas, pero con todo lo del embarazo estaba muy asustada y había ido a ver a Lucas para que la apoyase y ayudase pero resulta que la estaba prácticamente amenazando, y ya no tenía fuerzas ni para defender lo que era justo, así que lo único que hizo fui asentir con miedo hasta que él la soltó y se volvieron a sentar.
Lucas aún estaba muy alterado así que salió del piso rápidamente dando un portazo mientras Dana se echó en el sofá a llorar hasta que se quedó dormida, sin saber qué hacer, a quién acudir o con quién contar.

Al día siguiente Lucas volvió al piso a decirle a Dana cuanto sentía todo lo sucedido. Él no paraba de repetir que la amaba con todo su corazón, que el hecho de que fueran a tener algo que les uniera para siempre y que fuera otra extensión más de su belleza tanto interior como exterior le hacía el hombre más feliz del mundo y solo quería que ella se diera cuenta y compartiera su entusiasmo y que no sabía qué le había pasado, que no quería perder esa oportunidad con el amor de su vida y que quería que lo olvidasen y empezar una vida llena de amor y felicidad juntos, los tres. Entonces Lucas sacó un anillo de su chaqueta, se arrodilló y la pidió que se casara con él, dijo que iba a dar todo cuanto tenía por una vida juntos. A Dana, después de todo lo que había vivido en las últimas horas, le pareció lo mejor que le podría pasar y aceptó sintiéndose aliviada y acompañada. Así creía ella que se sentiría el resto de su vida junto a él.
La boda fue rápida y sin viaje de novios, en un juzgado de la ciudad y con lo mínimo que puede tener una boda, ya que con el dinero del trabajo de poca monta de Lucas y lo ahorrado de Dana tenían otros planes y los padres de Dana estaban totalmente decepcionados. El embarazo iba avanzando, así que una noche fueron a cenar con los padres de Dana para darles la noticia y pedirles apoyo económico. Fue una mala idea, todos acabaron discutiendo a voz en grito y soltando todo tipo de maldiciones. Sus padres decían que Lucas le estaba arruinando la vida a Dana y que cómo podía haber caído tan bajo, aunque estaban dispuestos a dar lo que hiciera falta por su hija. Pero entonces apareció el malhumorado orgullo de Lucas, rechazando toda ayuda; y les dijo que no les volverían a ver nunca, que no les necesitaban para nada y no dejó hablar a Dana, sino que la agarró del brazo, ya rojo puesto que era digamos la zona favorita de Lucas, la arrastró hasta la entrada y se fueron. Lo hecho, hecho estaba y no había vuelta atrás según Lucas, así que decidió que debían marcharse a un lugar donde tuvieran mas oportunidades.

-     ¿Marcharnos? ¿A dónde? ¡Aquí lo tengo todo! No podemos hacer eso, voy a llamar a mis padres y pedirles disculpas, y tú deberías hacer lo mismo ¡no puedes dejar que te controle tu orgullo y furia cada vez que escuchas algo que no te gusta!
-     ¿Dana no lo entiendes? Ellos no nos quieren ayudar, ya no son tu familia ¡yo lo soy! ¡he dicho que nos vamos y ya está! Nuestra nueva vida empieza lejos de aquí, yo sé lo que es mejor para nosotros, no hay más discusión.

Dana se seguía negando y seguía gritando, hasta que Lucas no pudo más, la quitó el teléfono y la empujó contra la mesa. Un dolor agudo inundó a Dana y por un momento deseó haber perdido el bebé, pero para su desgracia no fue así.

-     Dana, recoge tus cosas, nos vamos esta misma noche con el coche de mi padre, olvídate de la universidad y de todo, tenemos que ahorrar, no se te ocurra replicar mis decisiones, obedece y vámonos.

Y así fue como empezó todo, Lucas y Dana se fueron a una ciudad del Oeste; con el dinero que tenía ahorrado Dana consiguieron una pequeña casa, el dinero de sus sueños, de toda una vida maravillosa planeada que nunca podría alcanzar, dinero que sirvió por lo menos para poder darle un hogar a lo que más llegó a amar, su pequeña hijita Irina, su única razón de seguir aguantando todos los gritos, empujones y agarrones de su supuesto protector siempre que no estaban de acuerdo en algo. La única razón por la que le merecía la pena seguir día a día, sintiendo como su cuerpo, su mente y su fuerza se iban debilitando y atrofiando mientras ese dolor tan insoportable le calaba en cada rincón de su alma dejándola casi sin ninguna esperanza. Una niña nacida de violencia, obligación y errores, pero una niña que a pesar de todo aprendió a amar como nadie, el amor que su madre le enseñó a dar, un amor que debía repartir con cuidado y consciencia pero también como le guiase el corazón. Es sorprendente cómo una mujer que sufrió tanto podía seguir repartiendo tanta sabiduría y generosidad, era lo único que le quedaba a Dana, la esperanza de que su hija saliera adelante y no cometiese sus mismos errores. Aunque en esas condiciones era difícil que Irina no sufriese también, viendo día tras día como discutían sus padres, ya no solo por las decisiones a tomar, sino también por engaños y traiciones que Lucas le intentaba ocultar a Dana pero que eran evidentes. Dana ya sabía que a lo que ellos tenían no se le podía llamar amor, pero ella todavía seguía esperando que un día, él cambiara y pudieran ser una familia de verdad. Pero nunca fue así.
Todo era mucho peor que la primera vez, mucho peor que sus primeros desengaños, ella había madurado, claro, pero el problema era que Lucas seguía siendo el mismo que se aprovechaba de ella y de otras, negándolo todo y haciéndola sufrir más que nunca, siempre acabando por echarle toda la culpa a Dana y, como no, darle la paliza que, según él, se merecía por ser tan mala esposa, madre y ser humano. Pero Dana siempre tenía la fuerza suficiente para levantarse y darle un beso de buenas noches a su pequeña Irina acompañado de un “no te preocupes solo son tonterías de mayores, tu tendrás más suerte, cielo”. Dana tampoco hacía más no porque no tuviera suficiente valor, sino porque ya había perdido suficiente y no quería perder a lo único y más preciado que le quedaba. Así que debía aguantar hasta no poder tenerse en pie.

Por fin llegó el día en que Irina se hizo suficientemente mayor y abandonó el pequeño cuchitril de sus padres. Para Dana ya era demasiado tarde, todavía no era demasiado mayor, pero sus fuerzas ya eran como las de una anciana.
Una noche decidió plantarle cara a Lucas, ya no tenía nada que perder ¿no? Y podía ganarse el respeto que tanto ansiaba y merecía, pero lo que ganó fueron más golpes que nunca. Después de que Dana le dijera todo lo que le tenía que decir a Lucas entre forcejeos, él no consintió ni una palabra más; la atacó con todo lo que pudo y huyó sin dejar rastro alguno.
Así fue como mi madre después de haberlo perdido todo, después de haber dejado sus sueños, sus amigos y su familia atrás, pero con la esperanza de haber empujado hacía delante a una maravillosa mujer, consiguió deshacerse del hombre que le había arruinado la vida tan perfecta que podría haber tenido. Y así fue como un jueves que yo tenía un rato libre, puesto que en la universidad de biología los alumnos estábamos en huelga, encontré en mi vieja casa de infancia a mi madre tirada en el suelo, moribunda pero aún con la mirada llena de esperanza por ver como todavía sus sueños se podían hacer realidad en mí. Así murió sabiendo que su vida continuaría mientras yo nunca dejase de perseguir mis sueños y fuera todo lo que desease ser, sin impedimentos ni ataduras, sin quedarme atrapada como ella se quedó. Y así lo hice, y estoy segura de que mi madre se enorgullece de ello.

Todos tenemos una historia que merece ser contada, ésta es la de una mujer soñadora que incluso después del sufrimiento y la muerte, siguió luchando por una esperanza para su hija.



[25 de Noviembre, 2013 - Día contra la violencia de género]





Corazón Explosivo (3)

Ella está llorando, después de una tarde llena de ininteligibles situaciones con su novio ya no puede más, así que aprovecha el camino de vuelta a casa para desahogarse y llorar tranquila. Ya que sabe que no puede hacerlo en ningún otro momento, porque debe ser fuerte, o por lo menos aparentarlo. Camina destrozada, con el alma arrastrándola por los suelos, porque ya no aguanta esa sensación de no saber qué es lo que está pasando. Regular la respiración cada vez se le hace mas difícil y empieza a pensar en todo, en su vida. Entonces se derrumba aún más y finalmente para y se sienta en el suelo contra una pared, cubriéndose la cara con sus brazos.

-          Chica especial ¿qué haces ahí tirada? ¡hombre que te vas a ensuciar!- con tono desenfadado y guasón.

Ella levanta la cabeza.

-          Hola- alcanza a decir con un hilo de voz e intentando fingir una pequeña sonrisa.
-          Eeeee ¿qué pasa?
-          Nada- se levanta y empieza a caminar secándose las lágrimas de los ojos.

Él la alcanza y la para de frente. Ella intenta esquivarle, sobre todo la mirada, pero él no se lo permite.

-          ¿Qué es lo que ha pasado para que estés así? Cuéntamelo, solo quiero ayudarte- con un tono más serio y suave.
-          ¿Tu? ¿Ayudarme a mí? Por favor, a quién vas a engañar, a ti no te importa nada ni nadie, realmente te da todo igual, te conozco ¿por qué ibas a querer ayudarme? Ni siquiera soy una chica especial de verdad para ti.
-          Ahí es donde te equivocas, si que lo eres, eres muy especial y no solo para mi, sino para el mundo entero, porque chicas como tu no hay ninguna, ni tampoco debería haber cosas que te hicieran llorar. Puede que me tome todo a broma siempre y viva a mi royo, pero tu me importas, a pesar de lo que a ti te pueda parecer.
-          ¿Lo dices enserio?- mientras le resbala una cristalina lágrima más por su mejilla derecha.
-          ¿Por qué iba a estar ahora aquí contigo si no?
-          Yo… sólo necesito un abrazo, es que no puedo más, sé que últimamente parece que solo sé estar deprimida pero es que…

Antes de que ella pueda acabar la frase, él la abraza con todas sus fuerzas.

-          No te preocupes, estoy aquí, olvida eso, olvida lo que te dije, todo el mundo tiene sus rachas.
-         
-          Te echaba de menos, y sigue sin ser broma. Iris… yo… siempre te voy a estar esperando, aún te quiero.


Algo en los ojos de Iris cambia, una chispita de vida, algo que le da nuevos motivos para seguir adelante y la reconforta, la única cosa positiva que ve ahora en su vida. Pero es injusta, porque ella ya tiene a alguien que debería decirle esas cosas y hacerla sentir ese calor en su pecho que despierta él, pero no lo hace, y eso es lo que la está consumiendo por dentro…