domingo, 19 de abril de 2015

Recuerdos de Fuego

Recuerdos de fuego

Desperté en aquella habitación, en la fría camilla frente a la ventana, sin saber cómo había llegado hasta allí. Sola, débil y aterrada al darme cuenta de que por mucho que mi cerebro mandara órdenes a mi cuerpo, éste no cedía a responder ante ellas. Era como estar atrapada en una pesadilla realmente convincente. Después de escudriñar con la mirada todo mi alrededor descubrí que no era lo único extraño respecto a mi cuerpo, de repente empecé a notar un insoportable picor recorriendo e irritando toda mi piel, no podía rascarme, pero tampoco habría servido de nada, ya que estaba totalmente cubierta de vendas sobre las cuales oscura sangre había dejado su inconfundible huella. Mi respiración se aceleró más y más, miles de imágenes desfilaban por mi cabeza, no podía gritar, ni huir, el aire se me agotaba, esa horrible sensación: algo forzaba mi piel, exigiéndola extenderse para aumentar su superficie hasta ser tan pesada la presión que era capaz de imaginar cómo explotaría de un momento a otro. Un pitido agudo inundó la sala, mi vista se nubló, tan extremo era ya el dolor que dejé de sentirlo. Una dulce y familiar voz, pidiendo entre llantos la ayuda de un doctor, fue la última señal de realidad que pude percibir antes de caer en un profundo y negro agujero de destellantes recuerdos… Perdí la consciencia.

Recuerdos, ¿qué son realmente? Realidades inexistentes, imágenes que están ahí pero las buscas y desaparecen, ¿quién puede decirte con certeza qué es recuerdo y qué invención? Sólo quien comparte tus mismos recuerdos, esas personas que consiguen ocupar un pedacito de ti, en tu cabeza y en tu corazón.

Recuerdo el día de mi llegada al CIAP, el cambio sería indudablemente evidente en ese “colegio”, pero después de todo por lo que había pasado, era lo mejor que podía hacer, nunca llegué a estar tan entusiasmada por comenzar algo como lo estaba aquel día, sabía que ese era mi destino.
Ya instalada comencé pronto a dar clase y ayudar a mis queridos niños. Julio, me facilitó mucho las cosas, me mostró el funcionamiento de todo el centro, y lo que es más importante, el altísimo nivel de humanismo, empatía, altruismo y bondad posibles en una persona, me devolvió la confianza en los hombres.
Era un trabajo duro y difícil, sobre todo al principio, esos niños necesitaban mucha ayuda, y quién mejor que alguien como yo para proporcionársela. Muchos aún estaban asustados, faltos de confianza, necesitados de cariño, e incluso agresivos; algo completamente razonable. Pero yo sabía que podría sacarles la ternura con la que todos los niños cuentan y la sonrisa que nadie debería haberles quitado.

Cada día mejoraba mi trato con ellos, avanzamos todos juntos, como una gran familia, los niños volvían a serlo y el centro se consolidaba con cada avance. Pero el vínculo que creé con Uli y Nar era realmente especial; dos mellizos unidos por el mismo trauma, pero también la misma inocencia y fortaleza, admirables. Congeniamos desde el primer momento. Sigo sin saber la causa, el destino es caprichoso. ¿Sería una señal? No necesitaba respuesta, nos queríamos y nunca les abandonaría, sería su protectora, lo tenía claro.
El problema es, que la mala suerte siempre busca acceso hacia donde abunda la paz, y lo encontró.
Aquella noche dormía cerca de los niños, rendida ante sus incesantes “¡porfapliss!”. Y a media noche… ¡Fuego! ¡Socorro! Todo eran llamas al abrir los ojos, desorientada se apoderó de mí el pánico, pero sabía lo que debía hacer, los niños me necesitaban, no podía dejarme llevar por el miedo. Di la alarma, busqué cualquier salida posible, aparentemente nulas, las vigas se quemaban y caían, ocultando toda escapatoria. Al fin hallé un resquicio de salida por el que conduje a los niños hasta el exterior; para mí alivio, mis compañeros habían hecho lo mismo. Yo insistí en entrar de nuevo, no permitiría que una sola persona quedase dentro, no pretendía ser una heroína, pero no habíamos llegado tan lejos como para dejar que el recuerdo del fuego marcara montones de corazones y mis compañeros me apoyaron. Rescatamos a más niños. La estructura del edificio no aguantaría mucho más. Seguía pendiente de que nadie quedase atrapado entre las garras del poderoso fuego, todo empezó a derrumbarse y pudieron salir todos a tiempo, pero mi suerte fue otra. El fuego ya estaba sobre mí, la temperatura subía, la cantidad de oxígeno en el aire bajaba, y mi piel se resquebrajaba hasta despegarse de mi cuerpo; lo siguiente en mi memoria, el pesado techo del cuarto piso sobre mí. No llegué a ver si quiera un sólo bombero.

Demasiada luz de golpe, ¿sería el paraíso? Sí, definitivamente lo era, allí estaban mis mellicitos sanos y salvos con sus hermosos rostros intactos, y mi amado Julio cogiéndome la mano. ¿Yo? Solo una costra inútil, incapaz de realizar cualquier movimiento, pero millones de sentimientos invadían mi interior.

¿Derrotada? Para mí eso era una gran victoria, había superado y escapado de una infancia llena de violencia, maltrato y traumas imborrables, con algunas cicatrices, pero sin dejarme vencer; después de todo rehice mi vida con un hombre maravilloso, cooperé el resto de mis días en el prometedor primer Centro Infantil de Ayuda Psicológica, donde fui madre de cientos de niños y serví de gran ayuda, engendré en mi corazón a aquellos mellizos por cuyas mejillas rojizas resbalaban lágrimas y junto con mis ahora grandes amigos y compañeros impedí que el horrible accidente provocará más de una pérdida.

Definitivamente encontré lo que buscaba, lo que todos buscamos y esperamos de la vida por encima de todo, la felicidad.


[Marzo 2013- Concurso literario]


Toda historia merece ser contada

Toda historia merece ser contada.

Dana siempre fue una chica fuerte, inteligente, tenaz e independiente, también divertida, simpática y sociable cuando cogía confianza, aunque a la vez era un poco tímida e insegura. Desde muy joven fue muy madura, pero sobre todo muy buena persona. Siempre intentaba ayudar a los demás, aunque no se lo mereciesen, ella pensaba que todo el mundo era bueno y merecía su ayuda y que no había nadie que hiciese las cosas a mala idea, sino que se equivocaban y no sabían como rectificar. El problema era que con esa mentalidad, la gente, que en realidad no era como ella pensaba, se aprovechaba de ella sin que se diese cuenta. Hasta que un día abrió los ojos, debido a su primera relación seria con un chico que no se la merecía y que cuando ella se pensaba que no les podía ir mejor y que era maravilloso, lo que él estaba haciendo era aprovecharse de la situación y manejarla. La hizo daño, mucho daño. Dana solo era una niña y Lucas la hizo sufrir como nunca hasta ese momento; la hizo sentirse sin importancia alguna en esta vida y llegó a pensar que era el fin de su mundo. Fue entonces cuando empezaron sus primeros  sufrimientos.
Empezó a sentir como el dolor se te puede clavar de una manera tan penetrante que casi no se puede soportar, pero ésto no sería nada comparado con lo que le esperaba… Por suerte Dana se dio cuenta a tiempo de que si esa situación continuaba le arruinaría la vida y acabó con todo aquello.
Esto cambió a Dana, realmente que la cambió, ella nunca le había deseado nada malo a nadie, pero entonces se dio cuenta no solo de aquello sino de muchas otras cosas que había estado aguantando y que no había visto. No iba a permitirlas más. Ahí fue cuando la niña inocente que era, desapareció. Con solo catorce años tuvo que aprender una de las lecciones más importantes de su vida, lo que la hizo madurar rápidamente, pero también sufrir y desconfiar demasiado pronto.

Dana siguió siendo una buena persona, pero endureció y se ganó el respeto que siempre había deseado entre la gente. Ya nadie era capaz de aprovecharse de ella ni de engañarla; como se suele decir, lo que no te mata te hace más fuerte. Se centró en sus estudios y cambió de aires, conoció a gente nueva y estuvo disfrutando durante años su nueva situación con amigos de verdad, relaciones amorosas sanas y enriquecedoras, una buena situación familiar y tantas otras cosas que siempre había querido. Se convirtió en una joven atractiva y con futuro, y sobre todo más segura de sí misma que nunca.

Con dieciocho años Dana tenía muchos planes e ideas: Viajar mucho, ser una estupenda bióloga (para lo que ya apuntaba maneras), ahorrar para un coche, conseguir un trabajo y más tarde irse a vivir a algún sitio boscoso y natural. Lo que más amaba ella en este mundo era la naturaleza.
Dana ya estaba empezando a decidir por donde empezar, pero algo se cruzó en su camino. Un día otoñal de los que tanto le gustaban fue a dar un paseo y de repente alguien dijo su nombre con poca seguridad. Cuando Dana se dio la vuelta se quedó tan perpleja que no supo ni que decir…

-     ¡Dana, eres tú! No me lo puedo creer, estás estupenda.
-     ¿Lu- Lucas? Cuánto tiempo…

Lucas saltó a abrazarla y darla dos besos antes de que ella pudiera reponerse del shock.

-     ¿Qué haces en la ciudad? Me dijeron que te fuiste a vivir con tu padre.
-     Y te lo dijeron bien, pero he vuelto, he conseguido un trabajo aquí, no es gran cosa, pero   algo es algo y esta ciudad me trae muchos recuerdos.
-     Am, pues bienvenido de nuevo, supongo. Cómo es el tiempo, cuatro años ya…
-     Sí, y que lo digas, ¿me dejarías invitarte a un café? Solo un café, o lo que quieras, lo        prometo.
-     Mm… No sé… Es que… Bueno está bien, pero solo uno.

Dana y Lucas estuvieron horas y horas hablando, hacía cuatro años que no se veían, aunque Dana tampoco había querido verle más desde aquella agresiva y dolorosa relación y ruptura que la marcó tanto. Ella aún no había olvidado todo lo que le había hecho y se sentía un poco incomoda con él, la hacía sentir... Vulnerable. Pero ese día todo cambió. Estuvieron hablando de los caminos que habían tomado sus vidas, sus cambios, sus planes, y finalmente Lucas no pudo más y sacó el tema…

-     Dana, quiero que sepas que he cambiado, sé que fui un cabrón por todo lo que te hice, que no te lo merecías y que fui un idiota y no supe valorar lo que tenía. En esa época yo solo pensaba en... No sé en lo que pensaba, era joven e inmaduro y no sé como pude mentirte y hacerte tanto daño, no sabes cuanto me arrepiento.

Se hizo un incómodo silencio y Dana se volvió a sentir como la niña de catorce años con el corazón roto que había sido, y bajó la cabeza…

-     Dime algo por favor, sé que no merezco ni eso, pero te aseguro que lo que pasó me  cambió, como veo que tú has cambiado y quiero volver a empezar de cero, estás preciosa ¿sabes?
-     Lucas, creo que debería irme, ya sabía que esto no iba a ser una buena idea.
-     No, no, perdóname, tienes razón, no sé por qué he sacado el tema. Dana por favor olvida lo que te he dicho si es lo que hace falta, quédate y seguimos hablando del futuro, de la ciudad, de lo que quieras, solo quiero estar contigo.

Dana, que casi se había levantado, al ver la expresión de arrepentimiento y clemencia en el rostro de Lucas y su mano agarrando con suavidad la suya se volvió a sentar y pidió otra copa aparentando olvidar todo aquello y cambiando de tema, pero ¿para qué engañarse? Dana no podía olvidar las palabras de Lucas, sabía que con el historial que tenía no debía creerle, seguro que esa excusa la había usado muchas veces; y aunque era un fracasado y ella no tenía motivos para sentir algo por un mal chico, problemático y raro como él, ese discurso… Consiguió abrir puertas que hacía mucho que permanecían cerradas, y la niña enamoradiza que había quedado enterrada en su interior había empezado a dar señales de vida de nuevo.

No sé como ocurrió exactamente pero esa noche acabaron los dos en el piso que Dana acababa de empezar a alquilar cerca de la universidad a la que tenía pensado ir, después de un par de bares y charlas más. Y los sentimientos que estaba claro que no habían acabado de desaparecer después de cuatro años actuaron de nuevo.

Lucas y Dana se empezaron a ver con más frecuencia, y aunque Dana intentaba reprimir sus sentimientos, que por una parte no entendía ni ella, Lucas siempre acababa encontrando la manera de verla y confundirla. Dana recapacitó, se centró en su futuro y decidió que era hora de empezar la universidad, ponerle fecha a su viaje de estudios y ser sensata y dejar de ver a Lucas, pero antes de que pudiera decidir nada ocurrió algo inesperado que definitivamente le cambiaría todos sus planes: una falta, que tras varias pruebas y una visita al ginecólogo se convirtió en un embarazo.
Cuando Dana se enteró no sabía que hacer, le dio un enorme ataque de pánico que no sabía como detener. Estar embaraza significaba estar sometida a un tipo de vida para siempre. Adiós a sus planes, a sus sueños, a la universidad, a los viajes, a todo lo que había estado esperando tanto tiempo. No sabía que hacer y lo primero que se le ocurrió fue llamar a Lucas. Cuando le dio la noticia, Lucas se puso muy feliz y empezó a hacer planes y pensar como sería su vida juntos, pero Dana, sin embargo, estaba totalmente deprimida y no supo como decirle a Lucas que no quería tener ese hijo. Lucas, al ver agobio en la cara de Dana, paró de celebrar y la empezó a preguntar cómo se encontraba. Ella no pudo más y se derrumbó; empezó a llorar desconsoladamente y a decir que ella no había pedido nada de aquello, que quería que todo volviese a ser como antes y que todavía estaba a tiempo de abortar pero necesitaba dinero. A Lucas le cambió totalmente la expresión al oír esto. Las palabras de Dana le habían atravesado tan dolorosamente que su furia empezó a aumentar cada vez más hasta que estalló a gritos.

-     ¡Ése va a ser mi hijo, ni se te ocurra acercarte a un médico sin mí! ¡Por una vez has hecho algo bien en tu vida, deja de soñar de una vez y de pensar en todas esas tonterías de viajar y triunfar que ya eres suficiente mayor como para andarte con ese tipo de gilipolleces! ¡Dedícate a lo que de verdad tienes que hacer que es cuidar de tu nueva familia, para eso estamos aquí! ¡Ahora tu vida va a ser así quieras o no y te juro que ese niño va a tener una familia con madre o sin ella, así que deja de llorar como una cría y empieza a comportarte como una mujer por una vez! ¿O es que piensas ser una mocosa que no sirve más que para aprovecharse de ella siempre? Se ve que nunca aprendes. ¡Calla y empieza a pensar como una puta madre, que es lo que vas a ser!

Lucas había hecho levantarse a Dana cogiéndola brutalmente del brazo y cada vez ejerciendo más presión y acercándosele más. A Dana le hacía daño y no podía ni hablar con todo lo que estaba pasando.

-     ¿Te ha quedado claro o no? ¡Joder, aprende de una vez a contestar cuando te hablo!

Dana era una chica con tal carácter que nunca se hubiera dejado tratar así, todo lo contrario, la nueva Dana no le hubiera permitido a Lucas levantarle la voz ni un solo segundo y mucho menos decirle todas aquellas cosas, pero con todo lo del embarazo estaba muy asustada y había ido a ver a Lucas para que la apoyase y ayudase pero resulta que la estaba prácticamente amenazando, y ya no tenía fuerzas ni para defender lo que era justo, así que lo único que hizo fui asentir con miedo hasta que él la soltó y se volvieron a sentar.
Lucas aún estaba muy alterado así que salió del piso rápidamente dando un portazo mientras Dana se echó en el sofá a llorar hasta que se quedó dormida, sin saber qué hacer, a quién acudir o con quién contar.

Al día siguiente Lucas volvió al piso a decirle a Dana cuanto sentía todo lo sucedido. Él no paraba de repetir que la amaba con todo su corazón, que el hecho de que fueran a tener algo que les uniera para siempre y que fuera otra extensión más de su belleza tanto interior como exterior le hacía el hombre más feliz del mundo y solo quería que ella se diera cuenta y compartiera su entusiasmo y que no sabía qué le había pasado, que no quería perder esa oportunidad con el amor de su vida y que quería que lo olvidasen y empezar una vida llena de amor y felicidad juntos, los tres. Entonces Lucas sacó un anillo de su chaqueta, se arrodilló y la pidió que se casara con él, dijo que iba a dar todo cuanto tenía por una vida juntos. A Dana, después de todo lo que había vivido en las últimas horas, le pareció lo mejor que le podría pasar y aceptó sintiéndose aliviada y acompañada. Así creía ella que se sentiría el resto de su vida junto a él.
La boda fue rápida y sin viaje de novios, en un juzgado de la ciudad y con lo mínimo que puede tener una boda, ya que con el dinero del trabajo de poca monta de Lucas y lo ahorrado de Dana tenían otros planes y los padres de Dana estaban totalmente decepcionados. El embarazo iba avanzando, así que una noche fueron a cenar con los padres de Dana para darles la noticia y pedirles apoyo económico. Fue una mala idea, todos acabaron discutiendo a voz en grito y soltando todo tipo de maldiciones. Sus padres decían que Lucas le estaba arruinando la vida a Dana y que cómo podía haber caído tan bajo, aunque estaban dispuestos a dar lo que hiciera falta por su hija. Pero entonces apareció el malhumorado orgullo de Lucas, rechazando toda ayuda; y les dijo que no les volverían a ver nunca, que no les necesitaban para nada y no dejó hablar a Dana, sino que la agarró del brazo, ya rojo puesto que era digamos la zona favorita de Lucas, la arrastró hasta la entrada y se fueron. Lo hecho, hecho estaba y no había vuelta atrás según Lucas, así que decidió que debían marcharse a un lugar donde tuvieran mas oportunidades.

-     ¿Marcharnos? ¿A dónde? ¡Aquí lo tengo todo! No podemos hacer eso, voy a llamar a mis padres y pedirles disculpas, y tú deberías hacer lo mismo ¡no puedes dejar que te controle tu orgullo y furia cada vez que escuchas algo que no te gusta!
-     ¿Dana no lo entiendes? Ellos no nos quieren ayudar, ya no son tu familia ¡yo lo soy! ¡he dicho que nos vamos y ya está! Nuestra nueva vida empieza lejos de aquí, yo sé lo que es mejor para nosotros, no hay más discusión.

Dana se seguía negando y seguía gritando, hasta que Lucas no pudo más, la quitó el teléfono y la empujó contra la mesa. Un dolor agudo inundó a Dana y por un momento deseó haber perdido el bebé, pero para su desgracia no fue así.

-     Dana, recoge tus cosas, nos vamos esta misma noche con el coche de mi padre, olvídate de la universidad y de todo, tenemos que ahorrar, no se te ocurra replicar mis decisiones, obedece y vámonos.

Y así fue como empezó todo, Lucas y Dana se fueron a una ciudad del Oeste; con el dinero que tenía ahorrado Dana consiguieron una pequeña casa, el dinero de sus sueños, de toda una vida maravillosa planeada que nunca podría alcanzar, dinero que sirvió por lo menos para poder darle un hogar a lo que más llegó a amar, su pequeña hijita Irina, su única razón de seguir aguantando todos los gritos, empujones y agarrones de su supuesto protector siempre que no estaban de acuerdo en algo. La única razón por la que le merecía la pena seguir día a día, sintiendo como su cuerpo, su mente y su fuerza se iban debilitando y atrofiando mientras ese dolor tan insoportable le calaba en cada rincón de su alma dejándola casi sin ninguna esperanza. Una niña nacida de violencia, obligación y errores, pero una niña que a pesar de todo aprendió a amar como nadie, el amor que su madre le enseñó a dar, un amor que debía repartir con cuidado y consciencia pero también como le guiase el corazón. Es sorprendente cómo una mujer que sufrió tanto podía seguir repartiendo tanta sabiduría y generosidad, era lo único que le quedaba a Dana, la esperanza de que su hija saliera adelante y no cometiese sus mismos errores. Aunque en esas condiciones era difícil que Irina no sufriese también, viendo día tras día como discutían sus padres, ya no solo por las decisiones a tomar, sino también por engaños y traiciones que Lucas le intentaba ocultar a Dana pero que eran evidentes. Dana ya sabía que a lo que ellos tenían no se le podía llamar amor, pero ella todavía seguía esperando que un día, él cambiara y pudieran ser una familia de verdad. Pero nunca fue así.
Todo era mucho peor que la primera vez, mucho peor que sus primeros desengaños, ella había madurado, claro, pero el problema era que Lucas seguía siendo el mismo que se aprovechaba de ella y de otras, negándolo todo y haciéndola sufrir más que nunca, siempre acabando por echarle toda la culpa a Dana y, como no, darle la paliza que, según él, se merecía por ser tan mala esposa, madre y ser humano. Pero Dana siempre tenía la fuerza suficiente para levantarse y darle un beso de buenas noches a su pequeña Irina acompañado de un “no te preocupes solo son tonterías de mayores, tu tendrás más suerte, cielo”. Dana tampoco hacía más no porque no tuviera suficiente valor, sino porque ya había perdido suficiente y no quería perder a lo único y más preciado que le quedaba. Así que debía aguantar hasta no poder tenerse en pie.

Por fin llegó el día en que Irina se hizo suficientemente mayor y abandonó el pequeño cuchitril de sus padres. Para Dana ya era demasiado tarde, todavía no era demasiado mayor, pero sus fuerzas ya eran como las de una anciana.
Una noche decidió plantarle cara a Lucas, ya no tenía nada que perder ¿no? Y podía ganarse el respeto que tanto ansiaba y merecía, pero lo que ganó fueron más golpes que nunca. Después de que Dana le dijera todo lo que le tenía que decir a Lucas entre forcejeos, él no consintió ni una palabra más; la atacó con todo lo que pudo y huyó sin dejar rastro alguno.
Así fue como mi madre después de haberlo perdido todo, después de haber dejado sus sueños, sus amigos y su familia atrás, pero con la esperanza de haber empujado hacía delante a una maravillosa mujer, consiguió deshacerse del hombre que le había arruinado la vida tan perfecta que podría haber tenido. Y así fue como un jueves que yo tenía un rato libre, puesto que en la universidad de biología los alumnos estábamos en huelga, encontré en mi vieja casa de infancia a mi madre tirada en el suelo, moribunda pero aún con la mirada llena de esperanza por ver como todavía sus sueños se podían hacer realidad en mí. Así murió sabiendo que su vida continuaría mientras yo nunca dejase de perseguir mis sueños y fuera todo lo que desease ser, sin impedimentos ni ataduras, sin quedarme atrapada como ella se quedó. Y así lo hice, y estoy segura de que mi madre se enorgullece de ello.

Todos tenemos una historia que merece ser contada, ésta es la de una mujer soñadora que incluso después del sufrimiento y la muerte, siguió luchando por una esperanza para su hija.



[25 de Noviembre, 2013 - Día contra la violencia de género]





Corazón Explosivo (3)

Ella está llorando, después de una tarde llena de ininteligibles situaciones con su novio ya no puede más, así que aprovecha el camino de vuelta a casa para desahogarse y llorar tranquila. Ya que sabe que no puede hacerlo en ningún otro momento, porque debe ser fuerte, o por lo menos aparentarlo. Camina destrozada, con el alma arrastrándola por los suelos, porque ya no aguanta esa sensación de no saber qué es lo que está pasando. Regular la respiración cada vez se le hace mas difícil y empieza a pensar en todo, en su vida. Entonces se derrumba aún más y finalmente para y se sienta en el suelo contra una pared, cubriéndose la cara con sus brazos.

-          Chica especial ¿qué haces ahí tirada? ¡hombre que te vas a ensuciar!- con tono desenfadado y guasón.

Ella levanta la cabeza.

-          Hola- alcanza a decir con un hilo de voz e intentando fingir una pequeña sonrisa.
-          Eeeee ¿qué pasa?
-          Nada- se levanta y empieza a caminar secándose las lágrimas de los ojos.

Él la alcanza y la para de frente. Ella intenta esquivarle, sobre todo la mirada, pero él no se lo permite.

-          ¿Qué es lo que ha pasado para que estés así? Cuéntamelo, solo quiero ayudarte- con un tono más serio y suave.
-          ¿Tu? ¿Ayudarme a mí? Por favor, a quién vas a engañar, a ti no te importa nada ni nadie, realmente te da todo igual, te conozco ¿por qué ibas a querer ayudarme? Ni siquiera soy una chica especial de verdad para ti.
-          Ahí es donde te equivocas, si que lo eres, eres muy especial y no solo para mi, sino para el mundo entero, porque chicas como tu no hay ninguna, ni tampoco debería haber cosas que te hicieran llorar. Puede que me tome todo a broma siempre y viva a mi royo, pero tu me importas, a pesar de lo que a ti te pueda parecer.
-          ¿Lo dices enserio?- mientras le resbala una cristalina lágrima más por su mejilla derecha.
-          ¿Por qué iba a estar ahora aquí contigo si no?
-          Yo… sólo necesito un abrazo, es que no puedo más, sé que últimamente parece que solo sé estar deprimida pero es que…

Antes de que ella pueda acabar la frase, él la abraza con todas sus fuerzas.

-          No te preocupes, estoy aquí, olvida eso, olvida lo que te dije, todo el mundo tiene sus rachas.
-         
-          Te echaba de menos, y sigue sin ser broma. Iris… yo… siempre te voy a estar esperando, aún te quiero.


Algo en los ojos de Iris cambia, una chispita de vida, algo que le da nuevos motivos para seguir adelante y la reconforta, la única cosa positiva que ve ahora en su vida. Pero es injusta, porque ella ya tiene a alguien que debería decirle esas cosas y hacerla sentir ese calor en su pecho que despierta él, pero no lo hace, y eso es lo que la está consumiendo por dentro…

Corazón explosivo (2)

-         
-          Bueno me ha encantado verte, después de tanto tiempo, no podemos dejar que vuelva a pasar tanto tiempo entre encuentros ee jaja.
-          Si, a mi también, la verdad echaba de menos nuestras conversaciones… te echaba de menos a ti…
-          Jaja ¿el independiente Liam echando de menos a alguien? No me cuadra mucho jaja, ya nos veremos, me tengo que ir.
-          ¿Podría ser mañana?
-          ¿Mañana? ¿El qué?
-          Vernos.
-          Aaa, lo siento no puedo tengo planes.
-          ¿De acuerdo y algún otro día?
-          Claro, pero ahora mismo estoy en una temporada muy ocupada, pero ya nos veremos por ahí, seguro.
-          ¿Y no te puedes quedar un rato más ahora?
-     Mmm, debo irme, es tarde, lo siento- le da un beso en la mejilla.

Él intenta disimular, pero baja la cabeza decepcionado y desesperanzado, con un suspiro atrancado en su pecho y ella se despide de él y se da la vuelta.
Finalmente él se arma de valor…

-          Espera Iris- la agarra de la mano, provocando un momento “extraño” entre ellos, pero no la sostiene durante mucho tiempo.
-          ¿Qué?
-          Creo que no me has entendido bien…
-          ¿A qué te refieres?
-          Antes, cuando he dicho que te echaba de menos.
-          ¿Y qué es lo que tenía que entender? ¿No me echabas de menos? Ya decía yo que eso era muy raro en ti jaja- Con tono bromista e informal.
-          No, la verdad es que no te echaba de menos, porque aún lo hago, todos los días, cada segundo que no estoy a tu lado, cada vez que te das la vuelta y veo como te alejas, algo dentro de mi se rompe, no es que quiera estar contigo Iris, es que te necesito, te necesito para estar completo, para ser feliz. Ya sé que suena muy cursi, y raro, incluso imposible viniendo de mi, pero me he dado cuenta que cada momento que paso a tu lado mi vida se transforma en algo totalmente diferente, da igual lo que estemos hablando, cuando estoy contigo no puedo parar de pensar en lo increíble qué eres y lo afortunado que soy de que malgastes tu tiempo conmigo; y a la vez me jode no poder hacerlo más, que pase tanto tiempo entre las veces que puedo disfrutar de uno de nuestros paseos, con tu fresco aroma, tus labios carmesí  y tus ojos color caramelo reflejando todo lo que significas para mi… Desearía que malgastases toda tu vida conmigo. Ya no soporto estar tan cerca de ti, pero tan lejos al mismo tiempo, te quiero a ti, lo más cerca posible, y he sido un idiota por no darme cuenta antes- cogiendo de nuevo su mano.

Ella dejó a un lado su postura bromista al darse cuenta de que Liam jamás había hablado tan enserio. Iris extremadamente impactada frente a él, bajó la mirada con el ceño fruncido, intentando procesar toda la información, su rostro adoptó un aspecto de incomprensión y rabia, soltó su mano de entre las de él.

-          No, no me puedes hacer esto, ahora no, no es justo, sabes que quiero a Román, lo sabes, no puedes llegar un día, después de todo, y decirme estas cosas. ¡No! ¿Por qué? ¡¿Por qué ahora?!
-          No he tenido otra oportunidad, tenía que aprovecharla, te mereces saber lo que siento.
-          ¡¿Cómo que no?! ¿Y todos nuestros paseos y charlas de horas y horas? Vivimos cerca ¡por el amor de dios! Si de verdad hubieras querido podrías haber venido hasta mi puerta, un mínimo esfuerzo, y no sabes de qué manera me habría hecho sentir eso… ¿Por qué no lo hiciste? ¿Me vas a decir que no has tenido minutos de sobra? Todas las veces que empezábamos a bromear, y yo me sentía especial por la forma en la que me tratabas, todas las veces que yo me he ilusionado por oír en nuestras conversaciones algunos comentarios que me indicaban que de verdad te importaba y te preocupabas por mi, e intentaba continuar por ahí y acercarme a ti. ¡Pero tu nunca hacías nada! solo eso, dos amigos poniéndose al día  ¿sabes lo confundida qué me sentía? ¿las veces que he imaginado finales alternativos a nuestras conversaciones? ¡La de esfuerzos que he hecho por intentar ser un poco más extrovertida para que te animaras a besarme! pero nada, sin resultados, ¡todas las veces que me he tenido que convencer a mi misma de que me das igual, que no voy a estar esperando toda la vida a que tú dieras un paso que tal vez nunca iba a ocurrir! Obligándome a borrarte de mi cabeza, hasta que volvíamos a hablar y todo se iba a la mierda, porque eras mi debilidad… Da igual cuantas cosas tuviera que hacer, con solo una palabra tuya, no podía decir que no a estar el máximo tiempo contigo, para luego acabar todo con dos besos y un “hasta pronto” que después duraba meses y meses. Y yo rompiéndome la cabeza preguntándome por qué no dabas el paso, si sabía que antes al menos te gustaba ¿es que ya no? ¿es que no soy lo que quieres? Tardes y noches dándole vueltas, hasta que por fin llegué a la conclusión de que solo podríamos ser amigos y ya está, unos buenos amigos, con suerte para siempre, un amigo al que quiero de una manera muy especial y que además apareció en mi vida. Alguien que de verdad me dio lo que tanto he estado buscando y me hizo sentir realmente bien por dejar de lado ese sentimiento de patetismo que tantas veces sentí por ilusionarme contigo sin conseguir que tu lo hicieras conmigo. Y después de todo, ahora sales con esto. ¡No! ¡Es injusto! ¿Y ahora qué pretendes que haga yo?
-          Iris, lo siento, no sé por qué no lo vi antes o no reflexioné sobre todo lo que eres para mí, y me mata no haberte dicho todo esto cuando era el momento adecuado. Solo sé que te quiero, estoy seguro que podría hacerte la chica más feliz del mundo, porque emplearía todas mis fuerzas en ello, con tal de no volver a pasar de nuevo por tener que verte marchar y olvidarnos de NOSOTROS de nuevo. No quiero tener que recordar nada, quiero poder crear nuevos recuerdos a tu lado cada día, de verdad, verte todos los días, ir donde haga falta, porque por ti sería capaz de dar cualquier cosa, ahora que sé todo lo que vales. No he conocido a nadie que merezca tanto la pena y el esfuerzo como tú en toda mi vida, eres única. Sé que no tengo derecho a pedirte ahora que lo dejes todo por mi, sé lo mucho que has esperado a tener algo cómo lo que hay entre Román y tu, pero lo nuestro es especial, lo sé, ahora lo sé, por favor, déjame demostrártelo.

Liam cada vez estaba más cerca de Iris y ella intentaba vencer su gran debilidad hacia él. Acercó su frente a la suya hasta estar nariz con nariz, ella miraba hacia abajo reprimiendo sus impulsos, contrariada y confusa, pero a la vez conmovida, intentando superar la lucha que se estaba produciendo en el interior de su corazón.

-          No,  Liam, no puedo. Las cosas no funcionan así, ya es demasiado tarde ¿no lo entiendes? Esto no es un juego, es la vida real, es mi vida, y no puedo echarlo todo por la borda porque tú ahora creas que sientes cosas tan fuertes por mí, ya es demasiado tarde- alejándose de él.
-          No lo creo, lo sé.
-          No, Liam, no, por favor.
-          Iris escúchame.
-          ¡No, Liam, no! ¡Es demasiado tarde joder!- echando a caminar rápido en dirección contraria a él.

Él se acerca rápido y la sujeta mientras ella cierra los ojos para no mirar los suyos. Entonces le sujeta la barbilla enfocándola con suavidad hacia él.

-          Mírame Iris- consigue que abra los ojos, con expresión de dolor.

Ella, con los ojos brillantes, no es capaz de pronunciar una sola palabra.

-          Dime que no sientes nada, niégame solo una vez que todo eso que te hacía sentir sigue ahí. Dime solo eso y no insistiré más, no porque me de por vencido, ni porque no me importes, sino por respeto hacia ti. Te amo Iris.
-          Yo no siento lo mismo.

Ella por fin reacciona y con un nudo en la garganta empieza a notar como él deja de sostenerla entre sus brazos. Deja de notar su pecho contra el suyo y comienza a retroceder sin que ninguno de los dos diga una palabra más, manteniendo la mirada, hasta que ella se gira y se va.

Millones de palabras, pensamientos e imágenes pasan por la cabeza de Iris al dejar ya lejos a Liam, Iris no consigue retener esas agrias lágrimas a pesar de su esfuerzo.






Entonces nota unas suaves y delicadas manos que la sujetan por la cintura con cuidado, ella se da la vuelta y Liam le seca las lágrimas, acabando el consuelo en un salado y apasionado beso entre sus labios que tanto tiempo habían estado esperando ese momento.